Vivir en Francia ha sido una experiencia fascinante, debo reconocer que aún me encuentro en un proceso de adaptación en cuanto a sabores y que yo a modo personal tengo un bloqueo particular con ciertos sabores, eso no significa que he encontrado algunos platos o postres que han conquistado mu paladar. Como peruana, siempre estoy en búsqueda de conexiones entre mi cultura y la del país que ahora llamo hogar. La Crema de Clementinas es uno de esos pequeños descubrimientos que me sorprendió por su sencillez y frescura, no sé si este postre pertenece a algún país, pero yo lo vine a descubrir aquí. Con tan solo crema de leche, clementinas y azúcar, este postre captura la esencia de los sabores caseros, demostrando que, a veces, lo más simple es lo más delicioso.
Pero mientras disfruto de esta receta sencilla aquí en Francia, no puedo evitar notar cuánto tienen en común con algunos de los dulces que forman parte de mi amada cultura peruana. Por ejemplo, la crema volteada es nuestra versión del flan, con esa textura aterciopelada que se derrite en la boca. Y los alfajores, con su suave masa y relleno de manjar blanco, bien podrían ser primos de los sablés franceses. Estas similitudes me hacen pensar que la cocina, al igual que la música, tiene un lenguaje universal que conecta corazones y tradiciones.
Preparar un postre como la Crema de Clementinas no solo me permite disfrutar de un sabor diferente, sino también reflexionar sobre cómo las culturas no están tan alejadas como parecen. Este dulce, sencillo pero lleno de carácter, me recuerda que la gastronomía tiene el poder de unirnos, sin importar dónde estemos.
Te invito a preparar esta receta en casa, y si quieres seguir explorando esas conexiones entre Perú y Francia, no te pierdas la crema volteada y los alfajores. Descubrirás que, a través de los sabores, las distancias se acortan y las culturas se entrelazan de forma mágica.
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